Maria_Teresa_Vial

Humanizar el comercio también es una decisión económica

La humanización del comercio también implica reconocer la evolución del rol de las mujeres en la economía. Cada vez más, las mujeres están ganando visibilidad en sectores clave como el comercio, los servicios, las finanzas y el emprendimiento. Sin embargo, persisten barreras estructurales que limitan su acceso a posiciones de liderazgo, como las responsabilidades de cuidado y la brecha salarial.

A medida que trabajamos para humanizar el comercio, debemos también enfrentar desafíos. 

En este contexto, el avance de la participación femenina en el mundo empresarial se convierte en un pilar fundamental para el crecimiento económico sostenible y el desarrollo del país. Diversos estudios han demostrado que la inclusión de mujeres en el mercado laboral impulsa la productividad y la innovación, elementos clave para el fortalecimiento de la economía.

Sin embargo, desde mi rol como presidenta de la Cámara de Comercio de Santiago, he visto de primera mano cómo la informalidad laboral afecta a más de un millón de trabajadoras en Chile, condenándolas a la precariedad, sin acceso a seguridad social, salud ni jubilación digna. Aunque las cifras han mejorado levemente, la ocupación informal femenina sigue cerca del 30%, lo que tiene impactos negativos en el desarrollo económico y social de las mujeres. La humanización del comercio se vuelve, entonces, una necesidad imperiosa para abordar esta problemática.

Factores como la carga del cuidado familiar, la rigidez del mercado laboral y una legislación bien intencionada, pero con efectos adversos, perpetúan la informalidad. El alza del salario mínimo, sin mejoras en productividad, y las nuevas regulaciones que encarecen artificialmente el empleo han llevado a muchas empresas a optar por la automatización o la externalización. En sectores como el comercio y los servicios, donde la informalidad es más prevalente, una de cada tres trabajadoras opera fuera del sistema, afectando a más de 250 mil mujeres.

Las soluciones hasta ahora han sido insuficientes. Aunque se ha hablado de actualizar los subsidios laborales y de implementar medidas de flexibilidad, la agenda legislativa parece moverse en dirección contraria. Iniciativas que aumentan los costos de contratación aceleran la automatización y dejan a miles de trabajadoras en la incertidumbre. La falta de acceso a capacitación también juega un papel crucial; sin oportunidades de desarrollo, muchas mujeres quedan atrapadas en una dinámica que limita su crecimiento económico y profesional.

Es imperativo cambiar el rumbo hacia una agenda legislativa que promueva la equidad de género y modernice el mercado laboral. Sin embargo, iniciativas como la extensión del postnatal, aunque bien intencionadas, pueden incrementar la brecha de género, dificultando la inserción laboral de las mujeres.

En un país que crece menos y enfrenta una mayor tasa de desempleo estructural, actuar con una mirada pro-empleo es esencial. No hacer nada, o peor, atentar contra la creación de trabajo, implica abandonar a los grupos más vulnerables del mercado laboral, donde las mujeres son una de las principales víctimas.